RESUMEN: La Investigación Acción Participativa IAP en la vida de Orlando
Fals Borda, desde sus primordios en la investigación sociológica del problema
agrario colombiano hasta la relación de la academia con la sociedad, pasando
por las organizaciones sociales y la participación política. El paradigma
alternativo de la investigación social se fundamenta en una nueva relación,
como un proceso único, entre la teoría y la práctica. Es la “semilla” que hoy
desarrolla múltiples y diversas dinámicas enriquecedoras.
Lola Cendales
Alfonso Torres
Orlando, quisiéramos una conversación con usted sobre
la investigación participativa en su historia de vida y una primera inquietud
que queremos plantearle es por la experiencia personal previa a la
formalización de la IAP, como cuáles fueron las primeras intuiciones o raíces…
Fals Borda: Creo que hubo
algunas raíces familiares, en mi casa mi madre era una persona muy inteligente,
una literata realmente, autora de dramas y cantatas y cosas así, que tenía
mucha sensibilidad social, como dirigente de la Iglesia Presbiteriana tuvo
mucho que ver con trabajo con las mujeres por ejemplo, fue presidenta de la
Sociedad de Señoras de la Iglesia Presbiteriana y había organizado una campaña
nacional contra el cáncer en una radioemisora. Ella, una de las primeras mujeres
en Barranquilla que tuvo una hora de radio en la emisora Atlántico en los años
treinta.
Mi papá -que era otro intelectual- un maestro de escuela muy querido en
Barranquilla, que había escrito ya algunos folletos, artículos, periodista en La Prensa de Barranquilla, y que siempre
estuvo muy atento a mi desarrollo intelectual porque recuerdo que me llevaba
libros de lectura, empezó con la colección Sopena, cuentos de Perrault… y
después empezó a subir de nivel y entre los libros que me llevaba recuerdo
mucho Los Bedas y luego fue y habló con el director del colegio que me regalara
la guía para el griego, claro está que a mí sí me gustaban esos idiomas; el
latín sí me encantaba; tanto, que escribí un ensayo en latín cuando estaba en
sexto de bachillerato, lo escribí en latín!
Luego pasas del bachillerato a la universidad en
Estados Unidos…
Fals Borda: Sí, pero primero a
la Escuela Militar de Cadetes. Me salvó mi mamá, porque sí yo ya estaba
decidido a seguir. Al año y medio me llegó una carta diciendo que hay
posibilidades, me quedaba en la Escuela o me iba para Estados Unidos con todo
pagado. Entonces yo pedí la baja.
¿Fue a estudiar sociología?
Borda: No, yo no sabía nada de sociología, de que existiera ni nada por el
estilo, eso fue por refilón en Estados Unidos. Yo escogí como mis principales
materias: Literatura Inglesa y Música. Nada de lo social. Allí me inicié, me
encarrilé por la música y por la literatura y punto. Pero en el penúltimo
semestre vi que un viejito profesor, que era sociólogo, estaba ofreciendo un
curso de sociología con base en un texto de él. Entonces yo tomé ese curso de
sociología, pero eso fue todo. Cuando regresé a Barranquilla me esperaban con
la dirección de los coros del Colegio Americano y de la Iglesia, llego como a
mediados de 1948 ó antes, en el 47 y después del 48 es la muerte de Gaitán, yo
estaba en Barranquilla y hubo una rebelión bastante fuerte y me inspiré y
escribí una cantata pequeña que se titula “Mensaje a Colombia”, con un aire
patriótico pidiendo la paz que uniera a los colombianos, se reconstruyera el
país. Me salió esa preocupación por la situación pero en forma de música, en
cantata.
Entonces
los estudios en Iowa inicialmente fueron de Literatura y Música, volvió a
Barranquilla al coro...
Pero no solamente la música, también fui
director de un Centro Juvenil Presbiteriano CJP. Eso fue interesante, el pastor
de la iglesia era Richard Schaull, que después llegaría a ser uno de los
iniciadores de la teología de la liberación… él tiene una concepción muy
distinta del pastor y le dio esa dimensión social, juvenil al –CJP-, que muchas
personas todavía recuerdan en Barranquilla porque fue como una especie de motor
de transformar la forma de pensar y de actuar en las iglesias. Este Centro
Presbiteriano tiene actividades culturales y deportivas, se representaban obras
de teatro clásico español, exposiciones de pintura con la ayuda de Alejandro
Obregón, actividades literarios con Álvaro Cepeda Samudio…. Todo este grupito
costeño actuando alrededor del CJP, hemos sido amigos, con Álvaro Cepeda fuimos
compañeros del colegio, nos graduamos en Estados Unidos, una amistad hasta su
muerte.
Fíjate
lo que representaba ese espacio y lo que representó ¿no?
Fals
Borda:
Sí, porque fue formativo para un montón de gente, jóvenes.
¿El CJP
fue iniciativa de Richard Shaull?
Fals
Borda:
No, mía; yo la llevé, porque es que yo había sido presidente de la sociedad de
jóvenes antes de ir a Estados Unidos. Entonces yo ya tenía mis amigos ahí, y
también del coro. Estaba muy vinculado a la iglesia, muy vinculado tanto que
uno de esos misioneros que venían me invitó, que por qué no me hacía pastor;
pero mis actividades eran mucho más que religiosas, desbordaban la religión, lo
que me atraía de la iglesia no eran ni los dogmas, ni los versículos de la
Biblia, era la música que se cantaba allí. A través del CJP logré que la Iglesia
Presbiteriana hiciera una proyección sobre la sociedad barranquillera y costeña
y allí es donde encajan todas estas actividades no religiosas, entonces es una
especie de iglesia laica muy abierta, muy tolerante y ecuménica, iban algunas religiosas.
Con Shaull siguió una amistad muy grande, cuando lo pasaron aquí a la Iglesia
Presbiteriana de Bogotá, de pastor. Dio la casualidad que yo también me vine;
dejé Barranquilla y me vine para acá y tuve la osadía de presentarme aquí en
Bogotá como sociólogo.
¿Eso
fue en el año 51-52?
Fals
Borda:
Eso fue en el 49 después de la muerte de Gaitán y después del mensaje que le
había compuesto. Entonces acá Shaull me nombró director del coro de la iglesia
de la calle 24. Ah! eso fue una experiencia extraordinaria, porque es que no
había muchos coros en Bogotá, coros de cuatro voces. Shaull apoyando todas
estas cosas, fíjate como él pensaba, no solamente en la Biblia, sino en la
cultura, en otras actividades, en la sociedad, en el bienestar, en la felicidad
de los jóvenes, porque todos los que estábamos con él eran jóvenes, yo no
tendría más que 25-26 años por ahí, 24.
A Shaull lo volví a encontrar ya como un
teólogo de la liberación en Europa, ya después que me había salido de la
universidad y estaba en las Naciones Unidas en Ginebra. Me invitaron a dar una
conferencia sobre problemas latinoamericanos, una serie en la que Shaull ya
había participado, yo tenía unos textos de él y escogí un tema que fue
premonitorio: “Subversión y desarrollo en América Latina”, era un intento de
enfocar el concepto de subversión desde el punto de vista positivo y no
negativo como aparece en los diccionarios.
¿Cómo
es que llega a Bogotá y se presenta como sociólogo?
Fals
Borda:
Había venido con la excusa de enseñar inglés en el Colegio Americano; eso me
aburrió rápidamente y entonces recordé algunas de las cositas que me había
enseñado aquel sociólogo; entonces decido presentármele al Ministro de
Educación, Fabio Lozano, le dije soy sociólogo, acabo de venir de Estados
Unidos, y coincidió que se estaba desarrollando con su auspicio un proyecto de
Naciones Unidas, creo que se llamaba el Municipio Piloto para asuntos
administrativos, y como proyecto piloto estaba el Municipio de Vianí,
Cundinamarca, yo dije, sí, me interesa mucho, el Ministro dijo, lo vamos a
nombrar encargado de los archivos, porque hay mucho papel desordenado ahí en
esa oficina en Vianí, tiene que ir y vivir allá. Ese fue el problema, porque me
dice, vaya y organice el archivo, pero por ninguna razón establezca ningún
contacto con la gente del pueblo. Me empleó como un técnico, no como sociólogo;
claro, yo llegué al pueblo y lo primero que hice fue hacerme amigo del cura y
le ofrecí que yo era su organista en la misa. Entonces el trabajo en el archivo
lo organicé en 10 días y por ahí como a los ocho días llegó Ospina, mi jefe,
vio el archivo organizado; pero lo primero que le dijeron era que yo había
estado muy metido con el cura y con el alcalde y que iba a las tiendas a tomar
cerveza. Usted no ha obedecido las reglas, por lo tanto, lo voy a destituir, presente
su renuncia si no quiere que lo destituya. Me echaron del primer puesto de
sociólogo a los 20 días porque había establecido contacto con la gente, fue el
comienzo realmente de mi carrera sociológica. Allí no sé cómo descubrí un
librito publicado por dos abogados del Ministerio de Economía que habían
trabajado con un gringo, que ese sí era sociólogo, era un estudio de Tabio, Cundinamarca,
que resultó ser el primer estudio sociológico moderno hecho en este país en el
año 48, yo no tenía ni idea de quiénes eran, ni Lynn Smith, el era profesor en
Minessota de Sociología. Ese fue el primer libro que se escribió en este país
de sociología rural. Y el profesor Smith tuvo la buena idea de incluir como
apéndice de ese estudio de Tabio los formularios de la encuesta, donde sacó la
información que luego cuantificó para el análisis de Tabio. Ahí yo aprendí cómo
era una herramienta de investigación sociológica, la más sencilla, la encuesta.
Me interesó mucho ese folleto, todavía lo tengo; ese fue el que me iluminó en
relación con el trabajo que iba a seguir toda mi vida.
Desempleado, dije, voy a ver cómo utilizo lo
poco que sé. Una de las cosas que sé es el inglés, entonces salió un aviso de
una compañía americana, Winston Brothers Company, estaba construyendo represas
por cuenta del gobierno nacional, una en Sisga y la otra en Neusa. Necesitaban
un secretario bilingüe español-inglés, yo fui y me presenté. Y me nombraron
secretario personal del director de la represa. Me tocó ir al campamento de
Sisga, eso era en pleno campo y estaban empleando, llamando a obreros de la
región para el trabajo de construcción de la represa, campesinos puros. Poco a
poco, me fui dando a conocer y llegué a ser jefe del campamento, pero como
estaban empleando obreros conocí a algunos de una vereda entre Sisga y
Chocontá; los camiones de la empresa iban todos los días, recogían a estos
obreros, los llevaban al campamento y al trabajo por la mañana y, por la tarde,
los volvían a llevar a sus casas. Todos arraigados en su casa de campo, eran
campesinos, campesinos. Me hice amigo de ellos, de dos o tres, me invitaron a
sus casas, adquirí la costumbre quedarme con ellos en sus casas cada fin de
semana, hasta cuando una familia me adoptó de hijo y me mudé a vivir allá; una
casa totalmente humilde, sobre tierra, techo de paja, sin puertas
prácticamente, una familia típica, el papá y la mamá, y ambos ya más o menos
viejos; dos hermanos, el obrero que estaba en Sisga y un nieto y yo. Esa llegó
a ser mi familia. Aprendí de todo lo que es la vida, me enseñaron desde cómo
sacar la papa hasta cómo guiar los bueyes, el uso de la hoz..., me convertí en
un campesino con ruana y con sombrero, igualito como un campesino de allí,
empecé a hablar como ellos y a bailar!, aprendí a bailar torbellino y bambuco, a
tocar tiple y a cantar con ellos.
Allí empecé a acumular los datos, la vereda
se llama Saucío. Muchos años después los campesinos me contaron que había unos
debates en las tiendas y en las casas conjeturando quién era yo, que si era un
comunista que había llegado a sacar datos, que cómo era tanta preguntadera, qué
cuántos hijos tenía, que cuántas mujeres; Ellos recordaron una cosa que yo
hice, ignorante de las costumbres y creencias de la gente, como había leído eso
de la antropología física y las medidas del cuerpo humano, etc., me presenté un
día con una balanza para pesarlos, después me dijeron las resistencias a pisar
esa balanza, porque si se pesaban eran para pesar sus pecados y entonces no
iban a entrar al cielo, que si lo pesaban en esta vida en la otra no los iban a
pesar. Pues qué tal yo invitándolos a pesarse ahí y caer al infierno! Eso era
antropología física, la medida; como se suponía que las ciencias sociales
debían ser como la física, exactas, medibles.
Bueno, pero al fin hubo algunos valientes que
se dejaron pesar y como no les pasó nada y estaban felices, común y corriente.
Logré unos datos antropológicos muy interesantes. En realidad yo si no sé cómo
encajé porque con mi origen citadino, costeño y trabajando en una represa sin
ninguna vinculación con nadie ahí, fui a setenta familias en esa vereda, y sí,
hubo peligro de que me cerraran las puertas como comunista, porque se corría
mucho esa bola, este es un comunista que viene quién sabe a qué, nos van a
aumentar los impuestos de pronto… Decidí agarrar el toro por los cuernos, me
fui a hablar con el cura párroco y le expliqué lo que estaba haciendo. Resultó
un párroco sumamente simpático, abierto, creo que él hablo con alguien de la
empresa, con mi jefe seguramente, pero los informes que tuvo parece que fueron
positivos porque al siguiente domingo desde el púlpito me dio la bendición. A
partir de ese momento se fue Satanás! A partir de entonces hubo una amistad muy
grande con este cura y por supuesto con su familia, porque resultó que la hermana
del cura se había casado con el hijo del principal hacendado de Saucío. Me
había quedado solamente con los campesinos, nunca me había metido con el
hacendado hasta cuando el cura me presentó. Entré a la hacienda a conocer.
Completé el equilibrio, digamos, geopolítico de la región, pero esta vez con la
bendición del cura y los dueños de la hacienda fueron apoyos hasta el punto que
abrieron sus archivos y me mostraron todas sus escrituras, los orígenes de la
hacienda, había sido formada en el resguardo indígena chibcha original.
¿Cuánto
tiempo estuvo en esa empresa vinculado a la región?
Fals
Borda:
En el año 51 yo seguía de jefe de campamento. Por ese tiempo se publicaba una
revista en inglés de la Empresa Winston Brothers. Me pidieron un día que escribiera
unas reflexiones sobre la región, una introducción a Colombia, o algo por el
estilo; y se lo mandé a la compañía, a la oficina principal que era en
Mineápolis, Minessota, allá estaba la gerencia general. Ese artículo gustó
mucho. Cuando vino el gerente general de Mineápolis, a revisar los trabajos en
la Represa del Sisga, me preguntó, ¿usted no quiere ir a Minessota? Necesitamos
allá también uno que hable español, y como usted ya conoce todo por aquí se nos
ocurre que usted podría ser el que coordine los trabajos de Colombia; yo le
dije al gerente mire, estoy muy agradecido, yo voy a considerarlo pero pongo
una condición y es que me den permiso de presentar mis estudios de sociología
en la Universidad de Minessota y sacar mi master y el viejo aceptó, y me pagó
el viaje y me pagó todo pero que tenía que cumplir con mis obligaciones en la
oficina. Ese sí fue el período más duro de mi vida por el peso del trabajo,
porque tenía que hacer todo el trabajo más tiempo completo de estudiante, dos
tiempos completos. Por fortuna el sueldo era muy bueno, tanto que tuve para
comprar carro y tenía casa..., muy buen sueldo! y mis antiguos jefes eran ahora
mis subordinados! Allí tengo el problema de cómo presentar los textos, ya había
completado mis estudios, con base en esa encuesta del profesor Smith. Yo me
presento donde el profesor Nelson, se llamaba, y entré pues al programa de
master. El había hecho un libro sobre Cuba de sociología rural, me dice,
presénteme los materiales que ha recogido en Saucío; tenía retratos, mapas, los
análisis de las encuestas, toda la información. ¿Sabe lo que hizo el profesor?
llamó por teléfono al profesor Smith, que estaba enseñando en Florida, como vio
que era resultado del estudio de Tabio que estaba conectado con él, y le dice,
aquí tengo un estudiante tuyo!
Esa
preocupación metodológica, ético-política, de vincular al otro a la producción
de conocimiento aún no pesaba mucho…
Fals
Borda:
Eso no había nacido, pero después ocurrió cuando empecé a escribir, mi tesis de
master sobre la vereda de Saucío, desarrollada luego en mi libro Campesinos de los Andes. En un año
cumplí todos los requisitos del master, pero quedé molido! Yo estaba en la
Wiston Brothers todo el tiempo, eso me favoreció, pues yo recibí el grado de
master y entonces el profesor Smith el de Florida, empezó a intrigar para que
yo me fuera a donde él a trabajar el doctorado en sociología, hasta que lo
consiguió, gracias a la Fundación Guggenheim de Nueva York, donde él era
asesor, que me otorgó dos premios para financiar el doctorado. En La Florida
hice el doctorado con la tesis sobre El hombre
y la tierra en Boyacá; esa es mi tesis de doctorado que salió publicada en
un libro, primero que Campesinos de los
Andes.
¿Durante
el tiempo del doctorado venía a Colombia?
Fals Borda: Yo sí vine acá cuatro meses para
trabajar en la tesis del doctorado en Boyacá, por el problema del
minifundio, la pobreza en Boyacá que nos llamó la atención tanto al profesor
Smith como a mí. El luego escribió un libro sobre Colombia con el Ministerio de
Economía, una monografía sobre Tabio. Fue el nacimiento de la sociología rural
en Colombia. Ese libro me sirvió de biblia en los primeros años.
Había que destacar la pobreza y el problema
del campo como elementos esenciales para explicar la situación de atraso de
Colombia y de la violencia actual. La violencia en Colombia como fenómeno
político se inició en el campo, fue un enfrentamiento entre campesinos inducido
desde arriba, impulsado por los políticos, por el propio Presidente Ospina
Pérez, o el ministro de gobierno José Antonio Montalvo, luego el Presidente
Laureano Gómez, horribles figuras de la
historia colombiana, porque a ellos se les debe mucho de lo ocurrido después,
porque la consigna que sembró Montalvo desde el Congreso era combatir “a sangre
y fuego”, esa fue la orden que le dio a los conservadores para combatir a los
liberales.
Menciono lo de Boyacá en el sentido de que el
libro que luego saqué con mi tesis, tenía como subtítulo “Bases para una
reforma agraria” y que - todavía está pendiente ese problema - va al fondo de
la cuestión nacional. El subtítulo me llevó al Ministerio de Agricultura. Una
vez que salió el libro con propuestas sobre cómo hacer una reforma agraria en
Colombia, primera vez que se planteaba el problema agrario en esa forma, aunque
antes había los intentos de los socialistas como Gerardo Molina, Antonio
García, Jorge Eliécer Gaitán, pero eran políticos. Realmente el libro de Boyacá
para algunos es el mejor que yo he escrito. Al salir el libro, inesperadamente,
me llama Augusto Espinoza Valderrama, el Ministro de Agricultura del gobierno
de Alberto Lleras, y me dice, bueno, leí su libro, me gusta mucho, venga para
acá a ponerlo en práctica. La praxis. Yo de bobo caí por la praxis (eso fue en
el 58-59). Ahí está precisamente una de mis debilidades, el sesgo hacia la
práctica, que no solamente la teoría académica sino, bueno, que lo que uno
aprende y descubre, pues que tenga cierta resonancia o reconocimiento con el
fin de transformar lo que uno encuentra defectuoso en la sociedad, que es
mucho, pero esa fue la función, digamos, formal, histórica, tradicional de la
sociología desde cuando se fundó por Comte.
¿En
este contexto es cuando conoces a Camilo Torres?
Fals Borda: Ya
conocía a Camilo antes de regresar a Florida. Nos conocimos aquí en
Bogotá. Él vino a Bogotá por un corto tiempo desde Lovaina y me parece, si mal
no recuerdo, que iba de Lovaina a Minessota. El estaba haciendo unos cursos
precisamente sobre sociología económica, nos descubrimos mutuamente y vimos que
nuestros intereses eran muy similares, y eso abrió después otras puertas.
¿Ahí surgió la idea de la Facultad de Sociología?
Orlando Fals: Sí y no; es que miren las cosas. Me llama Augusto
Espinosa Valderrama, el Ministro de Agricultura, a mediados del 58, cuando vine
a trabajar en Boyacá. En ese período el Rector de la Universidad Nacional era Mario Laserna que tenía como su Decano de la
Facultad Economía al mejor científico social que yo he conocido, un economista,
pero un economista con corazón, humano, no como los inhumanos que hoy están en
Planeación Nacional, era el Doctor Luis Ospina Vásquez, gran historiador, se
metía de cabeza en los archivos y no le tenía miedo como hoy los economistas,
que si no tienen un computador delante no estudian. Este se metía en los
archivos y escribió ese famoso libro “Industria y protección en Colombia”; él y
yo nos hicimos muy buenos amigos y llegó él a la Facultad de Economía e hizo
campaña para que se abriera un Departamento de Sociología en la Facultad de Economía y convenció a
Laserna que era el Rector. Resulta, entonces, que a finales del año 58 quedó
aprobado el Departamento de Sociología, pero yo no tenía ni idea de todo esto.
Me llamó Augusto Espinosa y
me convenció. Yo le dije sí cómo no, puede nombrarme. A los cinco días me llamó
Laserna para contarme que se había aprobado el Departamento de Sociología y que
yo debía ser el primer director. ¿Qué hago yo? había pasado por esa experiencia
de dos cargos en Minessota; pero yo siento que hay que pensarlo muy bien y casi
me niego a asumir las dos cosas, porque yo iba a entrar al Ministerio como
viceministro, como encargado de la continuidad técnica. Decidí aceptar las dos
cosas y fue genial!, acepté las dos cosas, pues no era ilegal, pero sí muy
pesado. Fue positivo porque en realidad lo que conseguí con esa decisión fue
dos apoyos, el gubernamental y el académico, los logré combinar. Por ejemplo,
cuando en la Universidad empezamos a pensar en publicar cosas e iniciar la
serie de monografías sociológicas, que llegó a tener 30 ó 40 títulos, y la
Universidad Nacional no tenía dinero para publicar, ni tampoco para investigar,
el único que estaba insistiendo en esas cosas era el Departamento de Sociología.
Como no había dinero en la Universidad, hacía imprimir en el Ministerio de
Agricultura y salía a nombre del Departamento de Sociología – Universidad
Nacional, y nadie sabía de dónde salía; yo no se si era peculado o qué, pero
todo en aras de la ciencia La primera monografía fue de François Hautart. Aproveché
su visita a Bogotá para dar una conferencia sobre problemas de la mentalidad
religiosa en las ciudades y le pedí el texto, lo traduje al español, y fue el
número 1 de la serie de monografías. Eso sirvió para varios frentes de
relaciones públicas y de defensa del nuevo Departamento de Sociología.
¿Cómo fue la experiencia
de constitución de un grupo de investigación?
Fals Borda: Una vez que ya se decidido la
aprobación del Departamento, aparece Camilo Torres. Me visita en el Ministerio de
Agricultura y con él vimos cómo iniciar
ese año de estudios. Estaba próximo el comienzo del semestre, el 15 ó 20 de
enero, y los estudiantes estaban inscritos en otras carreras. El problema era
cómo iniciar ese Departamento en ese mismo semestre para aprovechar el
entusiasmo de las autoridades universitarias. Entonces ambos hicimos un
folletico explicando lo que era sociología y lo que había que hacer, qué se
esperaba con eso. Como las filas estaban largas inscribiéndose en todas las
facultades, Camilo y yo distribuimos el folleto y lo repartimos personalmente
en esas filas. De ahí salieron los primeros 21 estudiantes.
¿Usted y Camilo eran las únicas personas con
formación académica en sociología?
Fals Borda: Eramos los únicos. La otra persona
que después llegó, pero que entonces (me lo echa en cara cada vez que puede)
tuvo que irse a la Universidad
Javeriana, porque ya en la Nacional no había
manera, fue María Cristina Salazar. Ella había estudiado en la Universidad
Católica de Washington, tenía su PHD, llegó un año después; los dos primeros
fuimos Camilo y yo. Camilo toma todo lo de metodologías y yo tomo las teorías e
iniciamos ahí mismo.
Me conseguí unos profesores que no eran
sociológicos ni profesionales, pero que me parecían bien orientados y leales;
uno un profesor de Ciencias Sociales de un colegio en Corozal, Sucre; lo escogí
por allá y le dije, quiere ir a enseñar sociología en Bogotá y me aceptó y se
vino con toda la familia. Es Carlos Escalante. Era un profesor de colegio, no
era universitario y me lo traje y siguió siendo profesor de sociología hasta
hoy. Y la otra adquisición fue el Secretario del Departamento, otro costeño,
fueron 2-3 costeños, Carlos es costeño, este secretario fue costeño, de
Magdalena, y yo.
Al año y medio de haber sido conformado el
Departamento, se fue el doctor Luis Ospina Vásquez de la Decanatura y entró
otro que empezó a interferir el crecimiento del Departamento de Sociología, que
en ese momento dependía de Economía, celos de que creciera este Departamento,
nosotros funcionábamos apenas en un salón que nos dieron en la Facultad, creo
que era de enfermería, ahí nos metieron con un escritorito y un estante vacíos
y un día que nos molestaron mucho los economistas, descubrimos que a la entrada
de la Universidad por la calle 26 había una estructura de una casa que había
sido incendiada, por descuido supongo, era donde vivían familias de los
profesores, abandonada totalmente, entonces con el secretario dijimos, nos
vamos de esta oficina, aquí no hay nada, nos vamos a ocupar esa casa por más
incendiada que esté. Entonces en un atardecer, con los 21 estudiantes, cargamos
los dos muebles entre todos, hicimos caravana por tres cuadras que nos
separaban del edificio y nos tomamos la casa. Nos quedamos allí, pero a los
diez días que se dieron cuenta los de Economía dijeron, no, tienen que salirse
de ahí. Nos iban a meter la policía, que éramos invasores, les demostramos que
ya habíamos arreglado la casa, la limpiamos, la pintamos. Con base en esa
estructura conseguí en el Ministerio de Agricultura una partida suficiente para
convertirla en el edificio que hoy es; en la Facultad de Sociología.
Las
ventajas de estar en el Ministerio…
Fals Borda: Las ventajas vinieron después. Duré
dos años en esa aventura, dos años dirigiendo el Ministerio y dos años
dirigiendo el Departamento.
¿La
oficina del INCORA tenía relación con el
Departamento?
Fals Borda: Claro, el primer contrato que hizo
INCORA (Instituto Colombiano para la Reforma Agraria) para investigar el
problema agrario fue con la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional.
Además yo era el presidente del Comité Técnico de INCORA, con Camilo; quien
estaba en la Junta Directiva del INCORA y yo estaba presidiendo el Comité
Técnico.
¿Por qué se va María Cristina a la
Universidad Javeriana?
Fals Borda: La Universidad Javeriana abre la Facultad de Sociología con María
Cristina, pero
cuando se dieron cuenta que era amiga de nosotros, los de la Nacional, la
destituyeron, la expulsaron y cerraron ahí mismo la Facultad. Fue algo muy
triste, muy abusivo de parte del rector de la Javeriana. Ella había iniciado
allí la enseñanza de la sociología moderna, en la misma vertiente que nosotros dos
años antes. Ella llegó al momento de decidir cómo mejorar la docencia y la
investigación en su Departamento de Sociología en la Javeriana. Como era amiga
de Camilo Torres, hizo un Comité de Consulta con él, Andrew Pearse (profesor de la UNESCO) y yo. Cuando
los jesuitas supieron de las reuniones que estaba teniendo María Cristina con
ese grupo “subversivo”, la despidieron
¿Cómo
se llega a la investigación sobre la violencia, estaba en el Ministerio o se
encontraba fuera de él?
Fals Borda: A los dos años me nombraron decano.
Era el año 61, cuando se creó la Facultad. El trabajo se hizo más duro y pedí
la renuncia al Ministerio. Ya pude dedicarme de tiempo completo a la
Universidad. Se abrieron algunas cosas nuevas en realidad con la presencia de
Sociología en la Universidad, fue como un viento nuevo. Para empezar lo de
investigación, porque es increíble que la Universidad Nacional no investigara
nada, excepto en el Instituto de Ciencias Naturales. En Ciencias Sociales no
había nada, es que no había Ciencias Sociales. En teoría sociológica existía un
curso que enseñaba Bernal Jiménez en la Facultad de Derecho. Derecho era quien tenía
Sociología. La enseñanza de la sociología estaba en manos de los abogados. Con
la Facultad de Sociología comenzamos a movernos. Como yo tenía contactos
gubernamentales se convirtieron en internacionales. Fue cuando empecé a traer
los mejores sociólogos de América Latina y se creó lo que se llamó el Programa
Latinoamericano de Estudios del Desarrollo PLEDES. Vinieron igualmente lo mejor
de la sociología de Estados Unidos y de España. La Facultad adquiere prestigio.
Cuando ya no cupimos en ese pequeño edificio que habíamos reconstruido con
nuestras propias manos y con la ayuda del Ministerio, el gobierno pidió un
crédito internacional de la AID de Estados Unidos para construir un edificio
nuevo, muy completo, lindo, donde está hoy. Ese edificio fue estrenado en el
año 61 con un Congreso Latinoamericano de Sociología.
¿En lo
que fue haciendo y trabajando, qué puedo haber dado cauce a la IAP?
Fals Borda: Sí, la semilla está ahí con la
presencia de Camilo. Su aporte es el compromiso; compromiso con las luchas
populares, con la necesidad de la transformación social. Pero cómo se descubre
eso en la Facultad?, se descubre por una autocrítica de los marcos de
referencia que nos habían enseñado en Europa y en Estados Unidos, tanto a
Camilo como a mí; porque ese marco de referencia tenía que ser la última
palabra en la profesionalización de las Ciencias Sociales que era condicionada
por la escuela positivista y funcionalista, es decir, cartesiana. Era
obligatorio que uno tenía que ser exacto, muy objetivo, muy neutro, a imitación
de los físicos que para nosotros se nos presentaba como el ideal del
científico. Era el marco de referencia que yo tenía. Se hablaba del hecho
social, de problema social, hechos, ya cuando se habla de hechos es poco
confiable, limitado, un hecho puede ser positivo, negativo, como sea, un hecho
se analiza y se mide, se trata de entender y listo. Pero llegó el momento en
que la aplicación de ese marco que proviene de un análisis funcionalista de una
sociedad más o menos estable como la norteamericana, un modelo de equilibrio
social, de orden en la sociedad, no de desorden, el conflicto queda por fuera
como algo perjudicial, algo marginal, inconveniente o disfuncional, como se
decía entonces, no era funcional para la sociedad. Si se aplica a esta sociedad
conflictiva, en plena violencia, un modelo que se diseñó para entender el
equilibrio social, no el cambio social, y el conflicto menos; entonces había
allí una clara falla, un desajuste de la explicación y del análisis. Por
supuesto, Camilo ya lo había sentido y entonces había empezado a hablar del
nuevo tipo de sociología latinoamericana; ahí fue cuando él presentó ese punto
de vista en Buenos Aires, creo que en el 61. Junto con Camilo descubrimos la
existencia del fondo de documentación de la Comisión Oficial de Estudio de las causas
de la violencia, que había nombrado el presidente Alberto Lleras. El Secretario
de esa comisión era Monseñor Germán Guzmán Campos, que tuvo la buena
disposición de conservar esa documentación. Camilo me convenció de que fuéramos
a visitar a Monseñor Germán Guzmán, que era entonces párroco del Líbano,
Tolima, e hicimos la expedición él y yo, también nos acompañó Roberto Pineda
Giraldo, el marido de Virginia Gutiérrez, ambos antropólogos, que habían estado
huérfanos cuando Laureano Gómez cerró la Escuela Normal Superior. Encontraron
una mamá en el Departamento de Sociología y todos vinieron en masa, todos se
juntaron, una gran cosa. Los tres hicimos esa expedición al Líbano a convencer
a Mons. Germán. Allá vimos el archivo y lo convencimos que se viniera a trabajar
a la Facultad de Sociología. El hizo los trámites para salirse de la parroquia y
nos llegó con todas las cosas y trabajamos juntos escribiendo el primer tomo
sobre la violencia. Lo hicimos en secreto, nadie sabía que lo estábamos
haciendo porque era muy delicado. Habíamos decidido decir las cosas con nombre
propio, fechas y sitios. Teníamos toda la documentación necesaria a la mano. Al
analizar ese trabajo, su intensidad, la naturaleza del conflicto, pues rompió
en mi cabeza todo el esquema que había llevado del funcionalismo; no se puede
explicar con el marco de referencia aprendido en las aulas de mis maestros. Escribí
como conclusión de ese tomo mi primera expresión de alejamiento de ese modelo
funcionalista, nosotros teníamos que asumir una posición mucho más clara,
comprometida con las soluciones, y por eso el libro de la violencia termina con
27 ó 30 recomendaciones al gobierno, a la sociedad colombiana, a la iglesia, y
a la universidad, a todo el mundo, de cómo resolver el problema de la
violencia. Son recomendaciones que si uno las lee todavía hoy eran muy lógicas,
obvias, muy posibles; pero nunca fueron atendidas; fueron inspiradas
precisamente en la sensación que teníamos de comprometernos con algo que sirviera
a la sociedad. Una sociología comprometida con la transformación social.
¿Hay una lectura del marxismo para llegar a
esta sociología comprometida?
Fals Borda: Mientras tanto ya habían salido
varias monografías desde la colección de la Facultad, todas las cuales fueron
realmente terminadas con recomendaciones. Era sociología aplicada, se inspiró
mucho en el quehacer, en la praxis. Para sorpresa de ustedes, a mí nunca me
dieron clases de marxismo en Estados Unidos, en ninguna universidad. No había leído
a Marx ni siquiera cuando escribí ese capítulo final del segundo tomo sobre la
violencia. En ese capítulo no llego sino a la etapa de la teoría del conflicto
social. Pero la actitud y la intención de nosotros como sociólogos, encaminando
ese fenómeno, demostró que había necesidad de una transformación interna, de
sentimiento, de la actitud, eso lo llamamos compromiso; y Camilo lo asume y lo
transmite para su propia interpretación y luego su vida, su entrega. La idea de
compromiso con los problemas de la sociedad para resolverlos, primero
entenderlos y luego resolverlos, es una de las raíces de la investigación
participativa.
¿En esa
búsqueda por resolver los problemas sociales aparece la mediación política?
Fals Borda: Sí, porque entonces era obvio, como
se dice en el libro de la violencia, la violencia se inicia por los conflictos
políticos que existen, a los que se añaden luego los problemas económicos y más
tarde los problemas religiosos, los problemas culturas y de toda índole, hasta
llegar al narcotráfico. Es decir, fue creciendo la violencia en un fenómeno de muchas cabezas, en una
hidra que ya no se podía cortar sino desde abajo, desde el cuello, y es lo que
nunca quiso hacer ningún gobierno. Las recomendaciones iban directamente a ese
cuello de la hidra.. Cortarlo todo. Ese era el compromiso, de hacer las cosas a
fondo y bien. Sin embargo, ese fue una de las raíces de la IAP. Y eso se lo
debemos a Camilo Torres Restrepo.
En
buena medida la categoría de compromiso tiene una raigambre ética, en la
tradición previa de ciencias sociales no había nadie que la hubiera utilizado…
Fals Borda: Sin embargo, vean que Sartre lo usó
después. Yo creo que Marx sí hablaba algo de compromisos con la clase
trabajadora. Sí creo que había más conciencia de la necesidad del cambio en el
siglo XIX que en el XX. Precisamente por ese afán tecnicista ó cientifista de
parte de los científicos sociales, de mis maestros, que había que ser
científico según el modelo de las ciencias naturales y se olvidaron que los
físicos, que tanto adoraban, ya estaban dando ese salto a lo que llamamos
después el principio andrópico y luego el principio de los físicos cuánticos,
el principio de la indeterminación. Entonces si los físicos empiezan a hablar
de indeterminación ¿dónde queda esa objetividad, dónde queda esa exactitud y
medición de los fenómenos que observan?: en cero. Ellos fueron mucho más
sinceros, mucho más claros científicamente hablando que los sociólogos, que
habían debido reconocer ese hecho obvio, que lo observable no es absoluto y que
tiene interpretación y reinterpretación. Ahora, hasta los matemáticos están
buscando interpretación.
¿Las primeras experiencias de investigación
con los campesinos es posterior a la salida de la Universidad Nacional?
Fals Borda: No, fue anterior. Por ejemplo, la
Acción Comunal nace con la Escuela de Saucío. Eso fue hijo de la investigación
que yo había hecho de Campesinos de los Andes. Se hace esa experiencia como en
el año 58.
¿Cómo
surge la Acción Comunal?
Fals Borda: En parte, de noticias que algo así se
estaba haciendo en las Filipinas a través del Centro Interamericano de Vivienda
CINVA, del cual yo era consultor. Allí se intuyó que la acción de la comunidad
organizada podía resolver muchos problemas empleando lo que se llamó entonces
la mano de obra local. En el CINVA, se había hecho el invento de una máquina
para hacer ladrillos que era un adobe mejorado y que bajaba el costo de las
construcciones. Realmente un invento para hacer la vivienda social que tanto se
habla. Todos aprendimos a hacer ladrillos. Con el CINVA se hicieron dos ensayos,
uno Tabio y otro en Saucío. Lo de Tabio no resultó, lo de Saucío, sí. ¿Por qué?
Yo creo que fue por la relación de amor que tuve con la gente. Por el vínculo. Hay
dos obras que he escrito con amor: una, Campesinos
de los Andes y la otra Historia doble
de la Costa. La escuela en Saucío se hizo en un record de tres meses con
esa maquinita que el CINVA había traído de Filipinas y con el ingeniero que
también lo puso el CINVA. Era un arquitecto magnífico que hizo los planos de la
escuela, que todavía está allí, es monumento nacional. Ahí nació la Acción
Comunal, la primera Junta de Acción Comunal fue la de esa escuela de Saucío en
Colombia. ¿Qué pasa entonces? Esa experiencia quedó allí, y cuando yo ya estaba
en el Ministerio llevé allá a varios ministros para que aprendieran. Al de
agricultura, Augusto Espinosa, lo llevé; a los sucesores de él y también al de
Educación, Abel Naranjo Villegas; él fue el primero que dio vía libre para la
Acción Comunal. ¿Qué fue lo que hizo?: Abel Naranjo Villegas, ministro de
educación del gobierno de Lleras Camargo, descubrió el asunto de la importancia
de la acción comunal y aprendió de la experiencia que se estaba haciendo allí.
Y entonces nos pidió a Camilo Torres y a mí que hiciéramos el primer borrador
del decreto, donde se hizo la primera reglamentación oficial de la Acción
Comunal.
¿Cómo
se da la continuidad de la investigación con campesinos desde la Facultad de
Sociología?
Fals
Borda:
Cuando entré a la Universidad Nacional, ya venía desde el 50 la experiencia
campesina de Saucío, y, por supuesto, yo planteé en la Facultad de Sociología
la práctica de salir al terreno a investigar la realidad social, económica,
política y cultural. En lo que fuimos muy distintos a todas las Facultades
existentes, siempre hubo grandes resistencias por lo que eran muy puristas en
la tradición científica europea, clásica, discusión de ideas más que todo en
transmisión rutinaria de las ideas, del saber y esa insistencia de Sociología
de salir al terreno, pues, poco a poco, fue rompiendo esas resistencias, ese
eurocentrismo, digamos, cartesiano, hasta el punto que ya hubo relaciones muy
directas entre Universidad Nacional y el gobierno en relación con políticas de
desarrollo social, con la Reforma Agraria; esa fue una cosa muy importante
porque esta política del INCORA (Instituto Colombiano de la Reforma Agraria)
tuvo como primer apoyo investigativo e institucional a la Facultad de
Sociología de la Universidad Nacional. El primer contrato que se hizo que fue
para investigar el problema de la tierra en Cunday, Tolima, pues allá fuimos a
caballo con los estudiantes, y fue una expedición, un contrato formal, se vio
allí una participación directa de la Universidad en la búsqueda de soluciones a
problemas concretos. Fue el comienzo de
ese nuevo concepto que ya tomó mucha fuerza ahora, que es el de la universidad
participativa, un movimiento mundial que articula la universidad con la
sociedad.
El tema
de la reforma agraria se afirma como preocupación en su campo de investigación
de ahí en adelante….
Fals Borda: Sí, yo nunca dejé de ser sociólogo
rural, eso me confirmó mi profesión ya con más seguridad. Después al entrar al
conocimiento de la realidad con Camilo y con otros profesores empezamos a
sentir las tensiones de lo que habíamos aprendido y lo que veíamos en el
terreno, hay una tensión que se resolvió a favor de modelos nuevos, de
paradigmas alternativos y ese paradigma alternativo, que ya no era cartesiano, fue
lo que poco a poco se consolidó en la IAP –Investigación Acción Participativa-.
Al principio, yo me opuse a que se considerara como un paradigma alternativo, para
no asustar más a los intelectuales y a los académicos rutinarios; porque ¿qué
tal con otro paradigma, otra forma de entender la realidad? y decir que
Descartes no tenía razón, que Hegel estaba equivocado, etc., no..., eso era
atrevido y yo pensé, pues, que la IAP era ante todo un método de investigación,
no era todo un complejo de conocimientos; fue método, fue trabajo en el terreno
y con resultados muy distintos a lo que habría sido con una aplicación de
positivismo funcional. Y esa doctrina o esa forma se llevó, entonces, al
Congreso Mundial en el 77, el de Cartagena.
¿Se
venía gestando en esa relación universidad-realidad?
Fals Borda: Ya en el 68, después de la muerte de
Camilo y la crisis universitaria, las huelgas, etc., pues, me retiré de la
Universidad; renuncié totalmente y durante 18 años no volví. Eso fue en el año
70, en protesta por la rutina académica y la falta de apoyo a aquello que
pensábamos nosotros debía ser investigado y transformado, porque lo interesante
allí fue el énfasis en la acción, investigar para transformar, ese fue nuestro
esquema; investigar para qué, bueno, para transformar. Por qué? porque hay
injusticia, hay explotación y el mundo tiene que ser más satisfactorio, y
especialmente la parte colombiana del mundo. Y esa fue una crisis en la
Facultad. Estuve 18 años por fuera construyendo la IAP.
¿Fue
una búsqueda fuera de la academia?
Fals Borda: Sí, totalmente. Nació esa idea ni
siquiera en Bogotá, eso fue en Ginebra, Suiza, con un grupo de colombianos que
nos encontramos allá en mi oficina cuando yo era director de investigaciones
del Instituto de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social con sede en
Ginebra; ya me había ido desde el año 68, un poquito después de la muerte de
Camilo; ese fue el mismo año en que me casé con María Cristina. En Ginebra
logramos entonces entre estos colombianos que eran antropólogos, sociólogos y
economistas –éramos 5-conformar la Fundación La Rosca de Investigación y Acción
Social, con la idea de regresar a Colombia a ponerlo en práctica y así se hizo,
yo completé mis dos años en Ginebra y me vine.
¿Cómo
estaba conformado el grupo?
Orlando Fals: El único sociólogo
formal era yo; antropólogo estaba Víctor
Daniel Bonilla, estaba Jorge Ucrós, estaba Gonzalo Castillo, teólogo;
interesante, dos de estos compañeros eran exministros evangélicos
presbiterianos ambos y yo también; lo más interesante que la mitad de este
grupo de seis científicos sociales éramos presbiterianos. El otro era Augusto
Libreros, economista, fue profesor de la Universidad del Valle. Era un reto
intelectual muy fuerte que nos obligó hasta estudiar el marxismo y a ponerlo en
práctica; ese fue nuestro paradigma alternativo, el marxismo.
¿Y Freire
andaba también allá en Ginebra?
Fals Borda: También.
Todo esto convergió en Ginebra, fue un momento ecuménico muy importante. Pero
una vez que desarrollamos eso, digamos la intencionalidad, entonces decidimos
venir a Colombia a ponerla en práctica. Regresamos a finales del 69 con una
expectativa, se formalizó La Rosca de Investigaciones Sociales aquí en Bogotá. Con
esa decisión empezamos juntos a poner en práctica en Colombia y la metodología
se fue desarrollando por esa decisión de salir otra vez al terreno y ya sin los
lastres de la institución académica, sin la talanquera de la academia, éramos
totalmente autónomos. Pero cómo conseguimos eso? Con el apoyo de la Iglesia
Presbiteriana de Estados Unidos y del gobierno holandés. Fue la primera vez que
un gobierno europeo apoya a una ONG directamente. Los campesinos colombianos y
La Rosca de Investigación Social se responsabilizaron éticamente del manejo de
los recursos. El Ministerio de Desarrollo Económico de Holanda ha seguido
apoyándonos, hasta el punto de financiarnos los pasajes aéreos para el Segundo
Congreso en Cartagena en el 97.
Por otro lado tuvimos el apoyo de las
Iglesias, por el contacto con los tres presbiterianos eso fue definitivo, era
el momento que se constituyó en Estados Unidos un Comité muy especial que se
llamaba Autodesarrollo de los Pueblos de la Iglesia Presbiteriana-; que también
rompía su tradición de apoyo a los misioneros norteamericanos. Y ese fue el
gran problema, porque los misioneros gringos en Colombia que antes recibían
dineros directamente de la Iglesia Presbiteriana, nos acusaron de comunistas y
que por lo tanto la Iglesia debía dejar de apoyarnos. Eran principalmente los
que estaban en Córdoba, donde me encontraba trabajando con los campesinos. Nos
habíamos dividido el país, yo en la Costa Atlántica, Augusto en el Pacífico,
Gonzalo en Tolima, Víctor Daniel en el Valle y en el sur, ahí comenzamos y
después entramos a otros campos bastante arriesgados como la Revista Alternativa,
con Gabriel García Márquez.
En este
momento la academia... haber roto con la academia para arriesgarse a construir
algo distinto…
Fals Borda: Lo extraordinario fue que se
consiguieron los recursos suficientes, tanto de una Iglesia como de un gobierno...,
dos columnas; y luego también lo de la Revista Alternativa con el apoyo de
García Márquez y de otros intelectuales, estaban los mejores periodistas
colombianos, fue una escuela, una escuela con nuevo enfoque, nueva forma de
presentación e interpretación de las noticias… Para mí como académico era todo
un reto… me rechazaron los primeros artículos por pesados… Mi columna se
llamaba “Historia prohibida”. la nueva historia de Colombia porque era más
atrevida que la de Jaime Jaramillo Uribe, y muchos prefirieron este enfoque más
crítico, pero por supuesto eran convergentes. Fue toda una cascada de eventos
que fueron cambiando el sentido de la vida de muchos.
En el trabajo con los campesinos de la Costa,
cuya pretensión mayor estaba en lo metodológico ¿cuál fue el mayor hallazgo o
la mayor confirmación que posteriormente ustedes recogieron para la propuesta
investigativa?
Fals Borda: La insistencia en que teoría y
práctica debían ser juntas, no separadas como etapas o dos momentos separados,
distintos, sino que se hiciera un ritmo interpretativo, pero de un proceso
común, un proceso único. Que ese ritmo fue lo que llamamos ritmo reflexión y
acción. Fue como un semillero que después se desarrolló en la práctica y en los
efectos concretos, en la aplicación del conocimiento. Fue la diferencia radical
con la academia. Porque la pregunta básica era: ¿para qué el conocimiento y
para quiénes va el conocimiento? y esas preguntas no se las hacía la academia.
¿De dónde viene la idea de organizar el
Congreso del 77?
Fals Borda: Yo creo que fue virtud de las
relaciones internacionales que fueron desarrollándose a partir del año 70 con
La Rosca; mis viajes al exterior descubriendo personas e instituciones que
resultaron ser muy convenientes con esto, personalidades como por ejemplo
Mohammad Anisar Rahman que es coautor del libro de Acción y Conocimiento, de Bangladesh, economista, exilado de su
país, era el director de los programas de participación de la OIT, era
participación limitada, participación dirigida, participación manipulada,
tutelada. el contacto con Rahman fue derivando hacia una participación
auténtica. Fuimos escuchando que habían intentos semejantes en diversos países;
lo interesante era que estos países eran todos del sur, del Tercer Mundo: En la
India, en México, en Egipto, en Brasil…
Fue
como una cantera…
Fals Borda: Sí, porque estaba hasta Stavenhagen,
fue cuando él escribió su gran artículo sobre “descolonizar las ciencias
sociales” para los antropólogos norteamericanos e ingleses y que fue publicado
en la revista oficial de ellos, fue un escándalo!. Y ahí cita ya en ese
artículo a La Rosca y a mi trabajo y el énfasis en la acción y la práctica.
Entonces él estaba en México y en Brasil estaba Paulo Freire, aunque se
encontrara en Ginebra…
Aunque
no hubo un contacto muy permanente con Freire, sin embargo, estaba la mutua
influencia; de uno y otro…
Fals Borda: Sí, claro y luego la práctica misma
nos obligó a vernos, como cuando apoyamos a la Revolución Sandinista en
Nicaragua; fuimos juntos. Luego en África. También apareció otra corriente, la
finlandesa con Marja Liisa Swantz, todos en los mismos años, del 69 en
adelante; hubo una especie de “telepatía internacional”, coincidencia, Marja Liisa
había partido de Finlandia a Tanzania. Ella es socióloga y hoy sigue enseñando
en la Universidad de Helsinki. En
Tanzania también puso las semillas; es una de las grandes pioneras de la IAP en el mundo.: Asia con Rajesh Tandon
en la India. México con Stavenhagen y otros, había muchos más en Brasil, en
Chile, en Colombia.
Volvamos
al Congreso Mundial de Cartagena en el 77…
Fals
Borda:
Una vez descubiertos estos cinco grupos de diversos países, convencimos a la
UNESCO de que nos financiara el Congreso, con el Banco de la República de
Colombia, ellos dos financiaron el Congreso. Yo tenía una propuesta, mi informe
sobre la praxis, capítulo que después pasó al libro “Por la praxis: el problema de cómo investigar la realidad para
transformarla”, que luego se tradujo a varios idiomas y enseguida lo
reprodujeron en Europa. En Cartagena participó un suizo que se llama Heinz
Moser. El después creó un grupo de trabajo en Alemania y Austria para traducir
al alemán nuestros trabajos.
De
Cartagena salió una discusión sobre investigación militante que llegó a
Nicaragua…
Fals Borda: Sí, eso de la investigación militante
se discutió en Cartagena, fue por iniciativa de los venezolanos, de Roberto
Briceño que todavía está allí en la Universidad Central de Venezuela, es
director de investigaciones. La militancia que él tenía en mente era más que
todo gramscianismo, pero se interpretó como militancia política, de partido
comunista principalmente; lo que produjo resistencia. Entonces se fue bajando
el tono hasta llegar a participación popular, participación ciudadana.
Del Congreso para acá, ¿cuáles han sido los
momentos claves de la propuesta de investigación que consideras relevante?
Fals Borda: Después de la experiencia de La Rosca
está la Revista Alternativa, está los libros que se publicaron en Punta de
Lanza, Sí, sacamos buenos libros: La
historia de la cuestión agraria en Colombia; La subversión en Colombia;
saqué nuevas ediciones del Hombre y la
tierra en Boyacá y de Campesinos de
los Andes, fue un tiempo de escribir, reflexionar y sistematizar. Después
vino la Revolución de Nicaragua y los vínculos con el CEAAL (Consejo de
Educación de Adultos de América Latina), al mismo tiempo con Freire. En
Cartagena hubo mucho educador popular. De ahí en adelante se dio una
aproximación entre educación popular, investigación y ciencias sociales. Eso se
expresó en la asamblea mundial de educación de adultos del CEAAL en Buenos
Aires en 1985. Allí hubo una discusión muy interesante sobre la participación
popular y la investigación. Esa discusión con Rodríguez Brandão de Brasil fue
publicada en un libro del Instituto del Hombre, en Uruguay, qué maravilloso ese
folleto porque sí resumió el estado de la cuestión hasta ese momento.
¿Y el trabajo de la Historia Doble?
Fals Borda: Sí, el último volumen fue en el 86. Ya
había vuelto al terreno; estaba en eso; fueron 12 años de trabajo de la Costa.
Me mudaba a Mompox, a Sincelejo y a Montería. Fue la época también cuando nos
pusieron presos por la persecución al M-19. Yo estaba en Mompox trabajando en
la historia local y María Cristina estaba aquí, ella siguió aquí en la
Universidad, en el Departamento de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias
Humanas. María Cristina estuvo presa 14 meses y a mi me soltaron a las dos
semanas por la presión internacional sobre el presidente Turbay Ayala. Era una
montaña de telegramas de todas partes del mundo protestando por mi prisión,
entonces Turbay dio la orden de que me soltaran rápido. Pero fue muy
maquiavélico, porque me soltó y mantuvo a María Cristina, porque era una forma
de castigo. La década de los 80 para mí, fue un poco más de investigación sobre
el terreno, pero también de reflexión y de sistematización de la metodología,
que da como resultado La Historia doble
de la Costa. esa sí fue mi magnum
opus... Fue trabajar en el terreno todo lo que teníamos conceptual y
metodológicamente. Eso lo logré poner en el canal b de la Historia doble, pero al mismo tiempo nació el movimiento
territorial, el ordenamiento territorial. Eso nació con Mompox. En el año 86 se
hizo una serie de encuentros regionales, encuentros locales. Estando en Mompox
me di cuenta de lo absurdo de las fronteras internas administrativas
colombianas. El mapa político. Mompox
estaba en el puerto de un río perteneciente a Bolívar y al otro lado del río
era el Departamento del Magdalena y las nueve poblaciones del otro lado del río
o del lado del Magdalena no pertenecían a Bolívar y eran sucedáneas de Mompox.
Sus hijos iban a estudiar a los colegios de Mompox, el mercado principal era en
Mompox, pasaban el río todos los días de ida y vuelta, en fin..., era un
espacio que yo veía pertenecía social, económica, cultural, educativa y,
religiosamente a Mompox. Yo decía, este país está muy mal distribuido en sus
divisiones territoriales, y empezamos a proponer con los intelectuales locales,
los maestros, los profesores de los colegios de Mompox que se constituyera un
departamento independiente: Departamento del Río, separando secciones de
Magdalena, Bolívar y Cesar. Este fue el comienzo del movimiento, con los
maestros.. Los maestros siguieron siendo mi principal fuente de apoyo político.
Por ejemplo, para la votación por mi nombre en la lista del M-19 para la Asamblea
Constituyente, el 90% de los maestros de la Provincia de Mompox votaron por mi,
el 90%!. Entonces allí se levanta una voz de protesta, desde la provincia: ¡queremos
un departamento nuevo con provincias autónomas! se empiezan a hacer una serie
de reuniones con los maestros principalmente en toda depresión momposina; la
primera fue en Mompox, la segunda en Magangué, la tercera en San Marcos y la
cuarta en El Banco. Y se levanta una voz poderosísima de los maestros y de los
políticos que empezaron a sumarse a este movimiento de independencia, de
autonomía de las provincias y se articula un gran encuentro que se hizo en El
Banco reuniendo a representantes de todos estos pueblos y de ahí sale,
entonces, la consigna de La Insurgencia
de las Provincias como título de un libro que yo llevé a la Universidad
cuando me restituí en 1988. Fue mi primer libro en el IEPRI (Instituto de
Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional), y
la segunda publicación del IEPRI. Ese libro lo señalo porque fue como la chispa
que incendió la pradera pidiendo nuevo ordenamiento territorial en Colombia. Es
la voz de la provincia.
Eso fue lo que lo llevó a la Asamblea
Nacional Constituyente, dos años después…
Fals Borda: Es que las ideas
tienen una dinámica propia, uno las siembra, pero también es lo malo, es lo que
estoy viendo en estos momentos con la IAP, porque uno la sembró con la idea de
que fuera radical, para cambios radicales de la sociedad, transformación a
fondo de las cosas, pero una vez que se establece, se institucionaliza en las
universidades, adoptándolas casi en todas partes como parte de la cátedra,
entonces como que se castra la idea y ya uno no está como tan satisfecho.
Vuelto
tema de clase se mata el
dinamismo que tenía…
Fals Borda: Por eso yo he insistido en que la IAP
no se debe enseñar en una clase, sino salir al terreno y dándole continuidad en
el tiempo, no estar sujeta a las reglas formales de la academia porque eso
contradice toda su filosofía. Si la universidad se compromete con los profesores
a mantener la continuidad del trabajo en terreno, está bien; y esa es la
primera regla que yo he puesto para lo que ahora se llama universidad
participativa, que es distinto a extensión universitaria. Ese es el sentido de
la discusión que acabo de plantear a Palacios, el rector de la Universidad, en
la carta que yo le mandé. El habla de extensión universitaria como una cosa
ahí, de universidad que sale a ver qué pasa pero sin ningún compromiso. La idea
es de universidad participativa que implica una IAP fiel a las intuiciones del
inicio.
¿Qué otros desarrollos ha tenido la IAP?
Fals Borda: En realidad se ha ido enriqueciendo
la idea desde muchos ángulos. El ángulo filosófico, está la escuela inglesa con
Peter Reason y Hillary Blackbourne, que hablan de la visión participante del
mundo, ellos han elaborado esa idea que es bastante comprensiva y que por
supuesto orienta. Es una escuela filosófica que va más allá de la escuela
fenomenológica de Husserl, de la cual partimos. Ya con la filosofía de la
cosmovisión participante nos afirma más todavía en lo que queremos hacer
filosóficamente.
Por el otro lado, por la parte práctica, surge
la escuela de la investigación acción, la escuela de Sussex en Inglaterra con
Robert Chambers, es la aplicación rápida, fácil, facilista de la investigación
acción, para resolver problemas concretos, de corto plazo, lo que llaman el Diagnóstico
Rápido Participativo DRP. Eso son acciones puntuales. Chambers estuvo en
Cartagena en el 97 explicando, no es divergente, es convergente, pero da un
aspecto más práctico, incluso fue el puente para que la IAP llegara al Banco
Mundial, y el Banco Mundial tuvo que crear un grupo de trabajo interno de
participación, para imponer sus reglas de participación popular a los convenios
y contratos que hacía con los gobiernos. Hoy no hay ningún convenio del Banco
Mundial que no tenga la cláusula que tiene que aplicar la IAP o el diagnóstico
rápido, empiezan con el diagnóstico y luego siguen con la IAP, si quieren ser
consistentes. Y por ese lado se añadió la maravillosa experiencia de los
educadores australianos con los aborígenes, que eso fue también una cosa
extraordinaria, porque el problema aborigen en Australia era peor que los
indios en Colombia, estaban acabando con ese pueblo, esa cultura, hasta cuando
estos educadores, Stephen Kemmis y Robin McTaggart, descubren la IAP. ¿Cómo la
descubren? Por el libro de “Por la praxis”,
el artículo mío del libro traducido al inglés, lo traducen a los idiomas
aborígenes y llega entonces a la idea de la escuela viva con los profesores
aborígenes para transformar la situación existente en el norte de Australia.
Es la investigación acción en la escuela…
Fals Borda: Para mi, una rama de eso está en
Australia. Además Kemmis tiene un contacto muy intenso con España. A él lo
invitaban cada rato a dictar conferencias sobre este tipo de educación
participativa y emancipatoria. Otra consecuencia fue lo que se llamó gestión de
procesos, que fue el acercamiento a las empresas y a los economistas, tiene su
principal expresión en Noruega. Fue del grupo que llegó a Cartagena desde
Escandinavia encabezado por Stephen Toulmin y Bjorn Gustavsen. Ellos acababan
de publicar el libro “Mas allá de la teoría” (Beyond Theory), precisamente para llevarlo al congreso del 97.
Los
congresos han sido como impulsores de la idea, ahí se plantean elementos
innovadores…
Fals Borda: Así es. El primero de esa serie fue
en Canadá, en Calgary (1984), ahí fue donde yo descubrí lo que estaban haciendo
con la IAP en Australia. Llegó una delegación de los aborígenes y salen que ya
conocían todo lo nuestro!. Eso fue una cosa impresionante. Luego me invitaron a
Australia. Ahí fue cuando me recibieron los aborígenes y me hicieron hijo del
clan, lindo! Me hicieron la ceremonia. Estuve una semana y me llevaron a pescar
con ellos, descendemos conjuntamente de los cocodrilos, me dieron un nombre
bellísimo, Gamba, que significa encuentro de aguas, el agua del mar con el agua
dulce de los esteros.
Como todas las cosas generan críticas,
algunas positivas que llevan a revisar, otras quizás no…
Fals Borda: Sí, una vez que la universidad adoptó
la IAP, la primera de ellas fue Calgary en Canadá, empezaron a cooptar la idea,
eso corrió con mucha rapidez en Europa y en Estados Unidos
En esa cooptación de la propuesta por la
academia, ¿Qué ha pasado?
Fals Borda: Sale ganando la empresa, sale ganando
la universidad, sale ganando la institución y pierde fuerza la IAP, pero ya es
algo que yo no puedo evitar; porque es que uno siembra la semilla y ella toma
su propia dinámica, cae en buena tierra, cae en mala tierra, cae en tierra
infértil, crece o no crece según esas circunstancias o según los contextos y
eso va más allá de las fuerzas de cualquier persona. Cada universidad o cada
grupo intelectual tiene todo el derecho de adaptar esa idea a las
circunstancias de su propio trabajo, sus necesidades implicativas,
transformativas... En estos momentos yo creo que sí hay nuevos desarrollos, que
están por esos lados de aplicación; por ejemplo, el Congreso último en
Pretoria, ya fue mucho más enfático en gestión de procesos que en la
participación popular, distinta a la del Congreso anterior en Australia que
enfatizó la participación popular.
Cada
Congreso enfatiza algo…
Fals Borda: En Pretoria se enfatiza gestión de
procesos, es también una tendencia australiana, en inglés eso se llama Proccess Manager, manejo de procesos o
gestión de procesos que es lo administrativo en las instituciones, en las
empresas, en los gobiernos, cómo se pone en práctica todas estas ideas en el
contexto administrativo, práctico e institucional, tradicional.
¿Cuáles
serían en este momento los ejes de debate, los puntos claves en los cuales
debería detenerse la investigación?
Fals Borda: Bueno, yo en Australia insistí en que
uno de los problemas centrales en este momento para los congresos sucesivos era
el de la cooptación. ¿Qué significa la cooptación? ¿qué consecuencias tiene en
la teoría y en la práctica?. Ese es uno de los focos de debate. Otro sería el
de la universidad participante. Porque ya es el reto interno, es decir, la
universidad misma transformándose en otra cosa distinta al modelo academicista,
alemán, cristiano, del siglo XIX. El impacto de la IAP debe llevar a eliminar
las facultades y los departamentos en las universidades. La educación debe
hacerse no pensando en la academia sino en el mundo, en la vida, en el
contexto. Es educar en los problemas reales. Obliga a transformar las
facultades y los departamentos y a hacer estructuras con base en problemas
sociales y contextos culturales y no con base en problemas formales de la
institución.
Hay un
nivel de la investigación que tiene que ver con la academia y desde ahí habría
que plantearlo...
Fals Borda: Pero transformando la academia, lo
cual viene a ser una aplicación de la IAP, una autoaplicación interna.
¿Qué otro tema de debate?
Fals Borda: Lo tercero sería estudiar realmente
si estamos ante un nuevo paradigma o no; yo creo que ya es el momento. En el 77
yo me opuse por razones, digamos, más que todo de prudencia, de modestia, por
no hacerle competencia justa a Hegel, a Kant, a Habermas.. En Cartagena, en el
77, sí se insistió. Hubo un suizo, Heinz Moser, que habló abiertamente, estamos
ante un nuevo paradigma en las ciencias sociales y tenemos que trabajar. Lo
dice claramente, pero nunca tuvo repercusión, ahora sí creo que es el momento.
Un
paradigma que también tiene que irse revitalizando…
Fals Borda: La idea de la cosmovisión
participante de Reason es un paso hacia allá, hacia ese paradigma alternativo,
ya se están dando los pasos, yo lo veo así, y eso va a ser una revolución muy
importante en la concepción científica de todas las ciencias, que ya se ve,
hasta en la Universidad Nacional. Por ejemplo, los matemáticos; uno diría,
bueno, las matemáticas qué tienen que ver con la IAP, pues bastante, hasta el
punto que han propuesto una nueva disciplina: etnomatemáticas. ¿Cuál es el
problema de ellos? Cómo enseñar para no asustar, y segundo, cómo comunicar lo
que los matemáticos descubren sin la jerga que les aparta del resto de la
humanidad. Entonces recibieron algunas indicaciones que la IAP tenía respuestas
a esas preocupaciones y es verdad. El problema de la comunicación y el problema
de la enseñanza vital, de la enseñanza comprometida con la realidad.
Lo que
Stenhouse llama aprendizaje significativo…
Fals Borda: Claro, es que educar es investigar. Ya
hay seis grupos en el mundo de etnomatemáticos, entre ellos uno en Colombia, en
la Facultad de Matemáticas de la Universidad Nacional. La profesora Myriam
Acevedo mandó a sus estudiantes a que pensaran sobre la enseñanza de la
matemáticas para los indígenas del Amazonas. Escribieron una tesis magnífica
más de antropología que de matemáticas. Era para el Magíster en la Facultad de
Ciencias, eso fue hace cuatro meses. Me nombraron jurado de la tesis con los
matemáticos ¡qué tal eso!. Pues aprobaron la tesis y la laurearon. Esto abre
una nueva perspectiva y vamos a entrar por ahí, como yo insistí en la
continuidad, ya nombraron otro grupo de matemáticos jóvenes para otra tesis en
el Amazonas.
La Universidad si quiere aproximarse a la
realidad tiene que abrirse a otros ritmos y tiempos…
Fals Borda: Mire los síntomas tan positivos en la
Universidad Nacional, donde tuve que salirme porque no había ambiente, pero
después del 88 cuando regresé se hizo el PRIAC (Programa de relación de la
Universidad Nacional con la comunidad) que empezó principalmente con
trabajadoras sociales y sociólogos. Se montaron a este tren los agrónomos, la
medicina, la enfermería, la odontología.
La
posibilidad de potenciar la universidad se dio haciendo trabajos al margen de ella,
no dentro sino desde fuera.
Fals Borda: Ese fue el secreto del asunto. Creo
que estuvo bien así. Ahora, después de viejo, lo veo con calma. Lo más
satisfactorio fue el año pasado cuando el decano de la Facultad de Ciencias
Humanas me invitó a dar la clase inaugural. Hizo reunir a toda la Facultad de
Ciencias Humanas, a todas las disciplinas bajo un mismo techo a escuchar un
profesor. Fue cuando hablé de los nuevos paradigmas, ahí entonces me saqué el
clavo y está publicado, porque hicieron un folleto que se agota cada vez que lo
sacan y es un capítulo del libro de la “Crisis
colombiana”, eso me satisfizo mucho. Después vinieron las celebraciones de
los 40 años del Departamento de Sociología. Entonces ahí sí los profesores que
estaban allí hablaron de la IAP.
La propuesta
está ahora en manos de otra gente que la seguirá enriqueciendo…
Fals Borda: Aunque yo creo que esa evolución en
Ciencias Humanas se debió más a la presión de los estudiantes que a la de los
profesores, más de abajo para arriba. Son profesores nuevos, no eran de mi
generación, son profesores excelentes, muy preocupados por las cosas como
Gabriel Restrepo. El ha sido de los grandes profesores de la evolución interna
en la Facultad de Sociología.
ORLANDO FALS BORDA
Sociólogo, investigador e historiador
colombiano. Uno de los creadores de la Investigación Acción Participativa como
paradigma alternativo de las ciencias sociales en América Latina. Fundador de
la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia junto con
Camilo Torres Restrepo. Fue el segundo presidente del Consejo de Educación de
Adultos de América Latina CEAAL, después de Paulo Freire.
Entre sus principales obras están:
Campesinos de los Andes (1955)
Revolución inconclusa en América Latina
(1970)
Ciencia propia y colonialismo intelectual
(1970)
Conocimiento y poder popular (1985)
Historia doble de la Costa. (1979-1986)
Por la praxis: cómo investigar la realidad
para transformarla
LOLA CENDALES
Educadora-investigadora del equipo de trabajo
de Dimensión Educativa (Bogotá-Colombia)
FERNANDO TORRES
Educador-investigador del equipo de trabajo
de Dimensión Educativa (Bogotá- Colombia)
ALFONSO TORRES
Educador-investigador de la Universidad
Pedagógica Nacional (Bogotá-Colombia)